Al hilo leído, sensible como esperanza, la que nos hace comprender si obramos bien y en consecuencia, trasmitimos, nuestras aportaciones, a un mundo, el nuestro, legado a venideros eslabones.
Las Cigüeñas... ¿no volverán?
–Esperanza Ortega–
Sí,
ahora pierden su esperanza las cigüeñas, anteriormente fueron los
vencejos, lo que sufrieron que les taparan las oquedades donde anidar en
las iglesias y conventos, como una gran proeza ignorante en las
restauraciones arquitectónicas de nuestro patrimonio, como el del
archivo municipal (antigua iglesia de San Agustin), o el Patio
Herreriano, por citar las próximas. Otros fueron, los ignorantes
gobernantes, –recuerdo un excelente artículo sobre ello en el Norte– que
se dedicaban a romper los nidos de los aviones comunes y golondrinas de
nuestros insignes edificios. Como si no hubiera habido tamaños
atropellos en lo tocante al urbanismo vallisoletano. Luego vinieron las
modas concertinas para repeler a las familiares 'ratas voladoras'. El
resultado en poco tiempo, un dantesco desfile cojeante de muñones por
las plazas y plazuelas. Así que la cosa pinta, me temo, como pintó
siempre. Si tienen la gran suerte de pertenecer a una comunicad de
corazones sensibles y de mirada atenta, puede que estas y otras punibles
acciones no las vean sus ojos. Al hilo de los vencejos, contaré ya que
me he puesto, que un día, el primer verano en Simancas, me encotré una
cría en el suelo cerca de la iglesia, que al parecer aún no le había
llegado el momento de volar. A este encuetro, le siguió otro con alguien
que vestía también de negro. Era el anterior párroco. De la escueta
conversación sobre el asunto, se me quedó grabada su nula humanidad,
cuando sentenció con la frese: "seguro que ha sido la madre la que le
ha tirado del nido". A posteriori, me enteré que el sujeto entre
predicado y predicado, le daba a la escopeta de caza.
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