la Vida del Joven Vencejo a salvo en buenas manos
Cuando llega el tiempo de azules cielos salpicados de negras estelas brillantes, también llegan los silbos en el aire, al unísono, formaciones de estereofónicas y veloces alas armónicas; sé que han vuelto ya los vencejos. Mis queridos arrecájeles. Bellas vivas formas aladas que pueblan los cielos de nuestros pueblos y ciudades. Desde la infancia me vinieron a ver bien cerca. El tiempo tuvo al fin un marco, donde dejar las primeras acciones y obras que hablaran de estas lindas aves. Su protección y respeto.
De niño tuve la ocasión de poner de nuevo en el aire a una de estas acróbatas del cielo. Hace unos años, me detuve a leer una bella historia narrada excelentemente por Gonzalo Mouré, '
El Vencejo que quiso tocar el suelo'. Hará un par de semanas la historia se repitió.
Leo en el teléfono un aviso de mi señora, que dice: –
Ven a rescatar a un vencejo que está en el suelo. Está junto a la iglesia–. Cogí rápidamente mi
olmaRoja (mi querida bicicleta) y salí calle abajo y después, pedaleando hasta que no pude más, calle arriba. Allí estaba ese jovencito alado. Desvalido. Esperando un desenlace a su truncado primer vuelo. Lo cogí e intenté lanzarlo para que volara, como cuando hice en otras ocasiones, ya bien, o son adultos o jóvenes voladores. Pero, enseguida me di cuenta, que este jovencito aún no podía volar. Le faltarían unos pocos días más de alimento. Tras analizar la situación y recibir de mi amigo Javier Arnáiz unas mínimas sugerencias para poderlo sacar adelante, decidí llevarlo conmigo a casa. Allí pude darle un mínimo de sustento e hidratarlo, hasta que tuve que salir de viaje para Extremadura. Entonces, apareció otra buena mano, Javier González, que asiste en el Centro de Recuperación de Aves y él, desplazándose personalmente a Simancas, a pesar de ser a muy altas horas de la noche, recogió el vencejo y lo puso a salvo. Al día siguiente, me llamó, para decirme:
–
el joven vencejo está a salvo. Está medicado y comiendo–.
Son recuerdos felices que guardaré entre tantos otros de mi visita a Villanueva de la Serena.
IMPORTANTE NOTA: Si algún día usted se encuentra con una de estas aves en el suelo, y sus alas son suficientemente grandes, no piense que otra persona la pueda salvar. No pierda ni un instante. Cójala con sumo cuidado con las dos manos y cuando esté seguro de tenerla bien sujeta, láncela al aire. Vera volar alegre una de nuestra más hermosas voladoras.