lunes, 18 de agosto de 2008

El tiempo, el hombre, el árbol

Acabo de concluir mi trabajo sobre una obra, que me ha tenido varias semanas sumido en ella y que el propio desarrollo ha sido incierto en muchos momentos. Me ha puesto a prueba una vez más la pintura. Paradójicamente, pensaba que tenía muy definida la idea y el camino a seguir, pero como en tantas ocasiones, es la propia pintura la que acaba imponiéndote el rumbo. De ti depende, abordar hasta el final "más definido" o no.

 Ahora pienso en el tiempo que he estado inmerso en la anterior a esta y que pone de manifiesto, un trabajo que no elude a la esencia de la idea primigenia. El Árbol y el Hombre, como metáforas, en la que el propio autor se recoge a sí mismo para brindar en una danza envuelta en flores que surgen del árbol que le contempla y en el que se ve reflejado.

martes, 5 de agosto de 2008

Raices que vuelan

Hace unos meses del encuentro con mi maestro poeta Pablo Ares Torres (1935-2009), que le he querido hacer en cierto sentido,  un pequeño homenaje con una obra, titulada con el mismo nombre que él le puso al libro de poemas que me dedicó con nueve años.

Al concluir esta, quise poner añadido el condimento de las palabras, la clara intención de que esa figura de arcilla cocida en la estufa en los meses de frío, daría sentido a la gran mancha extensa de blancos, sobre la que el frágil papel debía soportar con gratitud. Así fue y así puse las palabras sobre la parte posterior con el mismo gris que enmarca el blanco.

"Sobre el frágil papel,
crecen de un basto cielo de luz,
las raíces que emergen libres
en formas, desde el mar que
las contempla, cuando surge del 
blanco el vuelo del arrecájel"