miércoles, 24 de febrero de 2016

Al hilo sensible como esperanza

Al hilo leído, sensible como esperanza, la que nos hace comprender si obramos bien y en consecuencia, trasmitimos, nuestras aportaciones, a un mundo, el nuestro, legado a venideros eslabones.

 Las Cigüeñas... ¿no volverán? 
  –Esperanza Ortega–

Sí, ahora pierden su esperanza las cigüeñas, anteriormente fueron los vencejos, lo que sufrieron que les taparan las oquedades donde anidar en las iglesias y conventos, como una gran proeza ignorante en las restauraciones arquitectónicas de nuestro patrimonio, como el del archivo municipal (antigua iglesia de San Agustin), o el Patio Herreriano, por citar las próximas. Otros fueron, los ignorantes gobernantes, –recuerdo un excelente artículo sobre ello en el Norte– que se dedicaban a romper los nidos de los aviones comunes y golondrinas de nuestros insignes edificios. Como si no hubiera habido tamaños atropellos en lo tocante al urbanismo vallisoletano. Luego vinieron las modas concertinas para repeler a las familiares 'ratas voladoras'. El resultado en poco tiempo, un dantesco desfile cojeante de muñones por las plazas y plazuelas. Así que la cosa pinta, me temo, como pintó siempre. Si tienen la gran suerte de pertenecer a una comunicad de corazones sensibles y de mirada atenta, puede que estas y otras punibles acciones no las vean sus ojos. Al hilo de los vencejos, contaré ya que me he puesto, que un día, el primer verano en Simancas, me encotré una cría en el suelo cerca de la iglesia, que al parecer aún no le había llegado el momento de volar. A este encuetro, le siguió otro con alguien que vestía también de negro. Era el anterior párroco. De la escueta conversación sobre el asunto, se me quedó grabada su nula humanidad, cuando sentenció con la frese: "seguro que ha sido la madre la que le ha tirado del nido". A posteriori, me enteré que el sujeto entre predicado y predicado, le daba a la escopeta de caza.