
A este mes en el que el grano está ya en las eras, le crece el cielo por encima y las nubes dibujan las estelas que dejan los barcos que navegan por los mares de cada uno. A mi se me antoja el Mediterráneo. Azules de los cantos de Sirenas y amarillos de mástil que pende de los hilos, la luz de esta tierra llana. Felices ya los vencejos, reanudaron su particular travesía hasta el otro confín, que amarillea y también enrojece de puro soledad de soles interminables.
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