–En el "paseo de los olmos",
que sube a La Concepción,
pinté, ya muertos, los
que ya no están.
Como metáfora: al
final del camino,
hacia abajo, el labajo.
Junto al otro camino,
de árboles vivos; están los que
acompañan a los muertos–.
Del olmo seco
y muerto, surgen en el camino
verdes brotes, fuertes.
Como son los hijos
que aguardan dando vida
a la raiz del tiempo.
En un paso decidido,
el negro, el verde
llama, en rojo
que torna al negro.
¿Dónde están los olmos,
que ya no vemos?
¿Donde curan sus heridas?
¿Donde curan sus heridas
los que yacemos?
***
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